martes, 13 de enero de 2009

SUEÑOS


Que interminables los días sin él,
y como sierva devota y fiel,
anhela aún mas su presencia,
bajos los ojos, arrodillada en el suelo,
esperando paciente, siempre su cabeza baja,
esperando ansiosa de su cariño una migaja,
que rompa por siempre de su corazón el duelo.


Levanto la mirada de la pantalla, llevo mas de diez minutos releyendo una y otra vez el poema inconcluso, decido ir a la cocina a por un te y tomo la taza caliente entre mis manos, siento su calor en ellas e intento reconfortarme con su aroma, cierro los ojos y aspiro los vapores calientes, suspiro, vuelvo a releer el poema, no se como voy a terminarlo, decididamente hoy no estoy inspirada, vuelvo a cerrar los ojos y repito los mismos movimientos, como un ritual, pero a mi mente llegan otros aromas, otros momentos gravados en mi memoria, me dejo llevar por ellos, yua no es el te el que me da calor, sino sus manos sobre las mías, tan cálidas, que casi queman mi piel, tan suaves que el resto de mi cuerpo grita deseosos de notar su tacto, tan fuertes que no temo a nada cuando entre ellas me sostiene. La infusión ya no tiene aroma, para mi sólo esta el olor de su piel, indefinible, pero que reconocería entre una multitud.

Me dejo llevar por mis pensamientos, mi mente abandona mi cuerpo, vuelo lejos, muy lejos, a su lado, imagino que entro por su ventana, que me siento en el quicio, en silencio, respiro lentamente, no quiero hacer el mas mínimo ruido, nada que desvele sus sueños, le miro largo rato dormir, me gusta verle así, tan tranquilo y confiado, me pregunto que estará soñando, a que lugares le llevará su mente cuando es libre de las ataduras de la consciencia, me pregunto vanidosa si tal vez pensará en mi, si tal vez esa semi sonrisa que esboza al dormir es por que nota que estoy aquí, observando en furtivo silencio, y le complace que vele sus sueños. Me regaño a mi misma -”Anda tonta, vuelve a casa, tienes algo que terminar”. Pero mi mente se niega a regresar, -”Diez minutos mas, sólo diez, te lo ruego”. Y allí sigo, mirándole dormir, incapaz de de marcharme, deseando poder posarme a su lado y darle un beso sobre los párpados cerrados, beso suave como aleteo de mariposa, no quiero despertarlo, quizá dejar sobre su almohada una simple rosa, me río ante la ocurrencia, -”Que sea negra, así sabrá que es tuya”. -”Anda tonta, vuelve a casa, tienes algo que terminar”. Salto del quicio y cruzo la ventana, aún vuelvo la vista atrás una vez mas, quiero grabar en mi mente su imagen dormida, me gusta tanto verle dormir.

Abro los ojos, el te ya está frío en mis manos, lo dejo a un lado, releo el poema, no, decididamente hoy no estoy inspirada, mejor me voy a dormir, mañana lo termino. Me acuesto en mi cama, fría de ausencia, de su ausencia, y cierro los ojos para intentar dormirme, noto como el sueño me vence poco a poco y susurro:”dulces sueños mi señor, donde sea que te lleven”

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