miércoles, 14 de enero de 2009

HOY NO ES MI MEJOR NOCHE



Con la cabeza oculta entre mis brazos, sentada en un rincón oscuro, mi cuerpo desnudo acurrucado contra la pared fría, atormentada por mis recuerdos, por las horas que pasé a su lado, por su luz, por su alegría, alzo mis ojos cegados de lágrimas, sólo la oscuridad que me rodea se romper con la cálida llama de una vela, en su danza sin fin, voluptuosa me invita a observarla, me acerco gateando a ella y la miro de cerca, paso mis dedos acariciándola, pero no noto el calor esperado, de un manotazo la aparto y me salpican gotas de cera, la oigo rodar alejándose de mi, dejándome sumida en una oscuridad que amenaza con invadirme el alma, con llenar con su frío manto cada rincón bajo mi piel.

Escucho de nuevo esa voz, la que me dice que me levante, que empiece a andar de nuevo, no importa donde me lleven mis pasos, que cualquier sitio será mejor que esa mazmorra fría en la que encerré mi corazón.

Me quedo allí, luchando contra fantasmas invisibles que se ríen de mi, que me hieren y me despedazan con sus palabras afiladas como dagas, con la única defensa de mis manos que agito de tanto en tanto para apartarlos de mi, con la vana esperanza de que se lleven con ellos mis pensamientos mas tristes, aquellos que me llevan a ti.

Atrás quedaron las largas noches en vela pasadas a sus lado, el calor de sus manos calmando el fuego del cuero sobre mi piel, atrás quedaron las risas y también el llanto.

Aparto con mis manos el pelo de mi cara, mojado por las lágrimas que no han dejado de manar silenciosas, dejando estelas ardientes en mis mejillas, aún arrodillada me siento sobre mis pies, y me resigno a dejarme llevar por mi mal dando un suspiro, me rindo ante ellos que se lanzan sobre mi como aves carroñeras sedientas de sangre, espero paciente, vencida, a notar sus garras sobre mi, a dejarme despedazar sin piedad.

Alzo una mano, en un último intento de encontrar quien la tome, me haga levantar del frío suelo y disipe mis miedos en un fuerte abrazo, alejando mis fantasmas de mi, igual que se aleja el recuerdo de una pesadilla, pero cada vez los noto mas cerca, susurrándome al oído que yo misma apagué la llama que rompía la oscuridad.

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